Laura (nombre ficticio) tenía apenas 15 años cuando se embarazó. A las cuatro semanas, su padre se enteró y el infierno comenzó.
“Mi papá decía que tenía miedo de qué iban a decir los vecinos, entonces me encerró en una pieza y me daba remedios para que aborte”, relató la joven de 24 años. Las semanas iban pasando y el bebé crecía normalmente en su vientre, lo que empezó a molestar al hombre, quien decidió golpearla para que “eche” el feto.
“A los tres meses me dijo que me iba a llevar con una señora para que me haga el ‘trabajito’. Le pedí a Dios que me mande una señal”, relató Laura, quien contó que esa noche soñó con una bebita que le llamaba “mamá”. Al despertar sintió sus pataditas y decidió luchar.
“Hablé con mamá y le dije que no quería abortar y ella me ayudó a escapar”, continuó. Laura tomó algunas cosas y salió de su casa. Con 5.000 guaraníes llegó a la terminal de ómnibus y fue a la casa de un familiar. De allí fue rescatada por el padre de su bebé, quien la acompañó hasta meses después de nacer su hija.
“Ojalá Dios perdone a las mujeres que abortaron”, dijo a EXTRA Laura, asegurando que luchar por la vida de su hijita fue la mejor decisión de su vida. Contó que pese a que las cosas no le fueron nada fáciles y que tuvo que trabajar en cualquier cosa para mantenerla, verla crecer es la mejor satisfacción que tiene. La nena hoy tiene 9 años.