
“Cuando me detectaron cáncer de mama tenía solo 36 años. Siempre tuve miedo de la enfermedad porque mi abuela falleció de eso”, contó Ana Ramírez, de 43 años. Añadió que para una mujer que padece esta enfermedad es muy difícil mirarse al espejo y aceptar los cambios en su cuerpo.
“Era de las que agendaba citas para ir a la peluquería con amigas y con la ‘quimio’ eso terminó. Perder mi cabello fue terrible. Después fue la operación, quedarme sin un pecho fue más fuerte. Las mujeres con cáncer de mamas somos discriminadas, es difícil para la gente compartir con quien no se ve como todas las demás”, relató.
María Edita Sachero es una paciente muy devota. Cree en Dios y en la Virgen de Caacupé y está convencida de que gracias a su fe sigue viva. “Cuando me diagnosticaron cáncer, me tomó tan de sorpresa que me puse a llorar. Pero Dios y la Virgen me dan la fuerza necesaria, rezo todos los días y agradezco por estar viva”, dijo.
Edita tiene a su lado a su hijo, quien la cuida, la acompaña y la alienta diariamente. “Desde que supo mi diagnóstico, investigó muchísimo y se hizo voluntario en la Fundación Unidos contra el Cáncer”, sostuvo.
En conmemoración al Día Mundial de la Lucha Contra el Cáncer de Mama, el Instituto Nacional del Cáncer (INCAN) ofreció ayer evaluación nutricional, peluquería y maquillaje para pacientes, serenata con música en vivo, clases de zumba y lanzamiento simbólico de globos rosas.