Dicen que a la “tercera es la vencida”, pero Óscar Céspedes (42) no se rindió, durante 8 años luchó por casarse con su gran amor, Gessica Barrientos (29), y finalmente logró cumplir su sueño al cuarto intento en la gran boda comunitaria que se celebró ayer en la Parroquia San Antonio de Areguá.
La primera vez que planearon su casamiento, un terrible accidente de tránsito casi se llevó a Gessica. Estuvo 7 meses en cama con un derrame pulmonar. La segunda, ya embarazada, volvió a intentarlo, pero en plena cesárea sufrió tres paros cardíacos y otra vez quedó postrada por 6 meses.
A pesar de los grandes problemas volvieron a organizar para llegar al altar, pero pasaron por muchos pleitos personales y terminaron separándose. Poco después, ella se enteró de que estaba embarazada de su segunda hija y, seis meses más tarde, volvieron a intentar estar juntos.
“Después ya no hablamos de matrimonio porque es muy difícil cuando ya tenés hijos que mantener”, explicó Gessica a EXTRA.
De rodillas
Este año, cuando una de sus conocidas le comentó a Óscar sobre la boda comunitaria en Areguá, él no dudó, se arrodilló y le propuso por cuarta vez.
“Al principio yo no creía y tenía miedo de que no funcione otra vez, y había gente que nos tiraba mala onda. Estuvimos a punto de cancelar todo”, contó Gessica.
El día de la ceremonia, ella no paró de llorar desde que entró hasta que salió de la iglesia. Óscar, cada vez que la miraba, también lloraba.
“Para mí fue como volver a nacer, una nueva oportunidad que Dios nos dio”, dijo.
Después de 8 años de convivencia y con tres hijos de 3, 5 y 12 años, finalmente cumplieron su gran sueño. Ahora animan a todas las parejas a luchar por lo que quieren. “Hay que tener valor y declarar las cosas que uno quiere en el nombre de Dios”, expresó.
“Quiero envejecer juntos”
Pero la emoción no terminó ahí. También dijeron el “sí, quiero” Cinthia Arrúa (41) y Derlis Galeano (35), quienes después de 10 años de convivencia, finalmente pudieron formalizar su amor. Tienen una hija de 8 años, y Cinthia contó que siempre soñó con casarse, pero la situación económica se lo impedía.
“Cada vez que veía a parejas mayores caminando de la mano, nos mirábamos deseando lo mismo, pero con el anillo en la mano”, contó Cinthia.
Al enterarse del proyecto de la fundación, no dudaron en inscribirse, y estando en el altar, Cinthia estaba tan emocionada que ni sabía si tenía hambre o cualquier otra cosa. Para ella, casarse significó también acercarse nuevamente a Dios y formar una familia con valores.
En total, 54 parejas se juraron amor eterno gracias al programa Sagrada Familia impulsado por la Fundación Santa Librada, quienes además de organizar, le regalaron a todos hasta el vestido y los anillos.
