¿Te pusiste a pensar alguna vez si te gusta el nombre que te pusieron tus papás? Algunos quizás dirán que sí, otros tal vez que no, lo cierto es que detrás de cada uno de ellos hay una historia que contar.
Y esta es la más simpática de todas.
“En la época del 75 salió la (cerveza) Pilsen negra, mi papá probó y quedó encantado, tanto, que cuando nací decidió ponerme Pilsen”, relató soltando una carcajada Pilsen Damián Araújo Cárdenas.
Llamarte igual que una cerveza no puede ser algo fácil, pero para este docente de 42 años la vida ha transcurrido en medio de bromas y risas que nunca lo afectaron.
“Mi papá me contó que la oficial del Registro Civil le preguntó tres veces si estaba seguro del nombre que eligió y él no dudó”, contó Pilsen.
Su vida, según refiere, está llena de anécdotas, pero la que más recuerda es cuando iba a ser presentado en la casa de sus suegros.
“Mi esposa también es docente y me contó que le dijo a sus papás: ‘Papá, mamá, le voy a traer a mi novio para que le conozcan, pero no quiero que se rían de él’. Dice que sus papás quedaron hasta asustados”, recordó.
Cuando llegó el día, padres y yerno se presentaron, cuando la novia mencionó el nombre de su amado, nadie pudo contener la risa.
Papá ejemplar
Pilsen trabaja como profesor en tres colegios, tiene 5 hijos y actualmente vive en Loma Pytã. Eso sí, a ninguno les puso nombre raro.
“Los perros” en el barrio siempre le cargaban. Cuando nació su primer hijo varón ya le apodaron Pilsen’i y la menor de todos ahora quedó con el sobrenombre “Pilsen versión 2”.