
Los devotos de la Virgen de Caacupé no solamente llegan hasta el santuario para pagar promesas y renovar la fe: muchos van para aprovechar el momento religioso y confesar sus pecados a los sacerdotes, de modo a alivianar su estado anímico y espiritual.
Generalmente los sacerdotes no quieren revelar los pecados que la gente les cuenta, por el secreto de la confesión. Sin embargo, la situación alarmante de la depresión les obliga a los religiosos a recomendar la asistencia de sicólogos.
El rector del santuario de la Virgen, presbítero Arnaldo Godoy, dijo que durante este novenario aumentó la cantidad de personas que hicieron uso del sacramento de la reconciliación.
En ese sentido, señaló que el pensar sobre el suicidio, causado por la depresión es el pecado que encabeza la lista de confesiones de los peregrinantes en la villa serrana. El sacerdote expresó que, en la mayoría de los casos, la causa de la depresión son la falta de trabajo y los problemas que suceden dentro de la familia.
El padre sostuvo que preocupa esta situación, porque las edades de los que padecen la depresión, y que en varios casos ya intentaron autoeliminarse, van desde la adolescencia hasta las personas adultas.
Refirió que los sacerdotes designados para confesar estuvieron de aquí para allá, ya que no dieron abasto porque el salón de penitencia donde se desarrolló el sacramento todos los días estaba prácticamente lleno de devotos que fueron a contar sus faltas contra Dios y contra los demás.
Luego expresó que otro pecado expresado por los fieles son los problemas entre parejas, matrimonios y familiares. Nosotros solamente nos limitamos a escuchar sus pecados y les damos la asistencia espiritual, refirió el rector. Rescató la importancia de que también acudan a los sicólogos.