Desde hace siete años, don Alberto Cardozo (64) trabaja limpiando la laguna de Itá, que está llena de yacarés. Él asegura que los animalitos ya son como sus amigos.
“Al principio tenía miedo, pero ahora ya me conocen todos. Yo paso en medio de ellos, les toco la cabeza o la cola y no me hacen nada”, contó entre risas el cuidador, conocido como el “encantador de yacarés”.
Solo en época de incubación se mantiene a distancia, porque las hembras se vuelven celosas. “Cuando están cuidando sus huevos no me acerco tanto, porque piensan que les voy a robar sus crías y ahí no conocen a nadie”, explicó.
Alberto sabe dónde cada una tiene su nido, así que se maneja con cuidado. Sin embargo, recordó una anécdota que le asustó bastante.
“Una vez le traje a un señor para cortar el pasto con máquina, y justo pasamos cerca de una que estaba ‘kuru’ (incubando). Yo siempre tengo mi rastrillo largo, de tres metros, para espantarlas, pero este se fue directo al señor y rompió en el medio mismo mi rastrillo. Por suerte le grité y se quedó”, relató.
Hay entre 60 y 70 caimanes en la zona, aunque unos 56 son los que más suelen salir. “Las hembras cuidan a sus crías, porque los otros se comen a los chiquitos. Por eso no se llena tanto”, comentó.
Peligroso
Don Alberto contó que la gente lo ve pasear en medio de los reptiles y creen que son mansos, pero él asegura que no es así, por lo que recomienda que no se acerquen tanto a ellos.
“Los chespis lo que suelen pasar la valla, se hacen de los valé, pero por gracia de Dios que no les atacan los yacarés”, indicó.
El señor se encarga netamente de la limpieza dentro de la laguna, saca los camalotes y las hierbas que suelen crecer sobre el agua. “Sobre el pasto es lo que ponen sus huevos y tapan para esconder de los otros, porque ellos se alimentas de los yacarés recién nacidos”, explicó.