María Felicia Guggiari, la venerable Chiquitunga, como tantas otras chicas provenientes de una familia de clase alta, al cumplir los 18 años tenía que hacer su debut en sociedad, pero su corazón bondadoso y su entrega completa a la caridad hicieron que se niegue a hacerlo.
Según relató a EXTRA la arquitecta María Teresa de Martínez, estudiosa y autora de la obra de teatro “La vida de Chiquitunga”, María Felicia logró convencer a su padre de no realizar la fiesta.
“Su papá (Don Ramón Guggiari) le dijo que tenía que debutar en el Club Porvenir Guaireño, del que ellos eran socios. Ella, con mucho respeto y mucho cariño le dijo que no, porque prefería que el dinero destinado a la fiesta sea dado a los pobres, además le explicó que ella no estaba acostumbrada a usar zapatos altos y a pintarse”, refirió la arquitecta.
Al año siguiente, su hermana María Teresa (hoy ya fallecida), a quien de cariño llamaban “Mañica”, cumplía 18 años y, a diferencia de María Felicia, al ver que todas sus amigas debutaban también quiso hacerlo y le pidió a su papá tener su fiesta.
El padre aceptó pero le condicionó. “Vas a debutar solo si tu hermana lo hace contigo, si ella no va tampoco vos”, comentó Teresa de Martínez.
Ante esto, Mañica le pidió a Chiquitunga que la acompañara a cumplir su sueño. Ante la insistencia de su hermana, Chiquitunga aceptó, pero dejándole en claro que lo haría solo por el amor a una hermana, puesto que consideraba innecesario el despilfarro de dinero.
Al final, María Felicia debutó en 1944, a los 19 años, con su hermana menor. La arquitecta señaló que consiguió las fotos inéditas del debut de la futura primera beata del Paraguay gracias a la hermana Carmelita Maura, quien trabaja con los documentos de María Felicia y, según explicó, las imágenes próximamente formarían parte de la galería de socios ilustres del mencionado club.