Era el 21 de setiembre de 1955, Día de la Juventud. Jorge Mario Bergoglio tenía 18 años y se preparaba para ir de picnic con sus amigos del barrio Flores, ciudad de Buenos Aires (Argentina). Ese mismo día iba a dar el gran paso: declararle su amor a una joven.
Salió de su casa y pasó frente a la iglesia San José, donde entró a rezar. Estando en el templo, vio a un sacerdote mayor acercarse hacia uno de los confesionarios y sintió ganas de confesarse.
Estudió a escondidas
Habló con el cura y las palabras que escuchó le hicieron ver la verdadera misión que Dios le había encomendado: ser sacerdote. Nunca llegó a decirle a la chica lo que sentía por ella, puesto que su amor a Dios era más grande, según relató su sobrino José Ignacio Bergoglio.
Ese mismo año entró al seminario, pero a escondida de sus padres. “Le dijo a mi abuela que iba a estudiar medicina. Un día, ella entró a limpiar el cuarto que tenía mi tío para estudiar y vio sobre el escritorio un montón de libros de religión, latín, filosofía; todo relacionado con el ingreso al sacerdocio”, comentó José Ignacio.
La mamá de Jorge quedó enojada porque le había mentido. “Cuando él llegó, ella lo llamó antes de que se entere mi abuelo y le reclamó: ‘vos me mentiste’. ‘¿Por qué decís eso, mami?’, le respondió mi tío. ‘Porque me dijiste que ibas a estudiar medicina’, dijo mi abuela. Entonces, Jorge le contestó de una manera muy sabia. ‘No, mamá, yo no te mentí. Yo estoy estudiando medicina para el alma’”, relató José Ignacio.
Siendo sacerdote, Jorge se destacó por su sencillez. Optó por la congregación jesuita y hoy es Papa, uno de los más queridos de la historia.
Elaboran “menú del peregrino”
Gremios de comestibles y representantes de la Municipalidad de Asunción trabajan en un plan denominado “menú del peregrino”, que busca ofrecer el buen servicio de comidas a los turistas que visiten Asunción por la venida del Papa. Con esto se quiere garantizar la variedad de menús, precios justos, una rápida atención y la disponibilidad de sillas y mesas.