Antonio Martínez murió el 26 de marzo de 2011, según el Folio 158, tomo 3, del Registro Civil de Luque. Pero esta es una gran mentira. Don Antonio está vivo.
A sus 78 años el abuelito se gana la vida cortando malezas o limpiando calles cerca de donde vive, en el barrio Carlos Antonio López, de Asunción. Fue así como Arnaldo Benítez (79), otro adulto mayor, lo conoció.
Un día, vio al hombre de avanzada edad haciendo changuitas en la calle para ganarse unas propinas y se acercó. “Le consulté si no tenía pensión y ni sabía de qué le hablaba y ahí empezó mi compromiso con él”, contó el hombre.
Dos inscripciones
En fecha 16-07-2014 lo inscribió en la Municipalidad de Asunción, pero al no ser censado llamó a Hacienda y le dijeron que la carpeta se archivó porque el hombre estaba muerto.
“Che namanói, che namanói” (yo no estoy muerto), repetía el afectado, golpeando su pecho una y otra vez. Empezaron los cientos de trámites para demostrar que estaba vivo.
La segunda odisea fue en la Justicia. Recién luego de casi dos años la Corte Suprema de Justicia canceló el acta de defunción y lo revivió legalmente. A pesar de ello, Antonio debió ser anotado nuevamente “por protocolo” en la muni capitalina para que fuera censado. Y así lo hizo el 07-02-17, sin embargo, hasta ahora todo fue en vano.
En comunicación con la Dirección de Pensiones no Contributivas de Hacienda, constatamos que el abuelo nunca fue censado ni figura en la lista de inscriptos para el censo, a pesar de haberlo hecho dos veces.
Una funcionaria de la comuna, por su parte, dijo que “el señor debe inscribirse de nuevo y esperar otro censo”. Mientras don Antonio, oriundo de Abaí, Caazapá, sufre el abandono de su familia y del Estado y vive en total precariedad esperando el beneficio antes de que en verdad se muera.
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