Nueve personas, entre ellas dos hermanas paraguayas, fueron condenadas en España, por explotación sexual a una joven compatriota, quien fue llevada bajo engaños, desde nuestro país.
Según los antecedentes, la chica fue captada en el 2015, por una mujer de 41 años, quien le ofreció trabajo en el país europeo, como empleada doméstica o para cuidar de adultos mayores.
Ella aceptó porque estaba en una difícil situación económica y hasta tuvo que hipotecar la casa de sus padres, para juntar dinero y poder irse.
La doña le organizó el viaje, a través de una agencia en Asunción, y así pudo llegar hasta Toulouse (Francia), de donde pasó a Barcelona y luego a Ferrol, La Coruña, donde fue instalada en un piso y, de inmediato, le exigieron 200 euros (G. 1.500.000), además del pago de tres meses de renta, por adelantado.
Al día siguiente, la hermana de la mujer que la llevó le dijo que no podía quedarse en el lugar y que tenía que prostituirse para pagar los gastos de su viaje. Ella intentó negarse, pero tuvo que aceptar, porque se había quedado sin dinero y solo sabía comunicarse en guaraní.
Después, fue llevada a un lugar de citas, en Oviedo, donde las hermanas paraguayas la dejaron sin pasaporte. El inmueble estaba regentado por un grupo criminal integrado por otras 7 personas.
Allí estaban varias chicas, la mayoría extranjeras, quienes carecían de permiso de trabajo y debían dar el 50% de las ganancias, que obtenían de la prostitución.
Ocupaban, entre varias, las dos habitaciones disponibles de la vivienda y el piso no contaba con cocina ni armarios, por lo que había comida debajo de las camas y prendas de vestir tiradas en el suelo, junto con preservativos usados y lubricante. El régimen era de hacinamiento e insalubridad, según informes de la Fiscalía.
Ellas tenían que estar disponibles las 24 horas para los clientes y la compatriota que denunció el caso era la preferida, por su juventud. Atendía a unos 7 hombres por día.
Tenían solo dos horas de descanso, que después se redujo a media hora y podían salir a la calle solo 20 minutos, pero siempre bajo vigilancia de guardias.
En la víspera de la Navidad de aquel año, la joven, quien después actuó como testigo protegida, aprovechó una de esas salidas para denunciar la precaria situación en que vivía.
Así se pudo desmantelar la organización y cayeron, además de las hermanas compatriotas, dos parejas, quienes se encargaban de los prostíbulos y otras tres mujeres, responsables de controlar a las demás prostituidas, según había informado la Fiscalía del Principado de Asturias.
El juicio se llevó a cabo ayer, martes, y los procesados aceptaron las penas de prisión, además de multa, alejamiento y libertad vigilada, así como la clausura de uno de las viviendas utilizadas para la prostitución.
Las dos hermanas que captaron a la joven paraguaya ligaron dos años de prisión cada una; las parejas que regentaron los negocios, dos años y tres meses; y las mujeres que decían y controlaban a las jóvenes prostituidas, a un año de cárcel, de acuerdo a los reportes.