28 jun. 2025

Así funciona la primera pizarra de chismes barriales

Creador explica su llamativo muro. Ya se llenó de reclamos por temas de manutención e indirectas de una amante.

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Fernando, el dueño de casa, esperaba mensajes de estudiantes, pero se llevó una sorpresa: los grandes también querían entrar en el juego. El resultado fue tan inesperado como simpático.

Gentileza

Solo quería aprovechar un poco de pintura que le había sobrado, pero…

A Fernando Daniel Galeano Serafini (37), le habían regalado una pizarra vieja para promocionar el menú de su local de comidas, ubicado en su casa, en el barrio Tacumbú, sobre 16 Proyectadas entre Ayolas y O’Leary.

La arregló, la dejó como nueva, pero todavía tenía pintura en el balde. Entonces miró su muralla y se le prendió el foco: “¿Y si hago un pizarrón público?”, pensó.

Así fue como nació la idea. Pintó un rectángulo, publicó la foto en un grupo de Facebook y preguntó si alguien se animaba a escribir algo, lo que sea: una frase, un recuerdo, hasta un chisme. Horas más tarde aparecieron dos tizas en el marco, y ayer en mañana ya tenía los primeros mensajes.

Lo que Fernando no esperaba era que el muro se convirtiera en un confesionario público. El primer mensaje que apareció fue directo al corazón y al bolsillo: “Juancito, pagame la manutención de Sofía”, escribió alguien, sin dar más detalles.

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Unas horas más tarde, al mediodía, el pizarrón sumó otra declaración, esta vez de una amante: “Dejá a tu señora y vení conmigo. Pd: sabés quién soy”, firmó con un corazoncito incluido.

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Fernando, el dueño de casa, esperaba mensajes de estudiantes, pero se llevó una sorpresa: los grandes también querían entrar en el juego. El resultado fue tan inesperado como simpático.

Gentileza

Fernando contó a EXTRA, que en realidad esperaba más participación de estudiantes o vecinos románticos. “Yo pensé que iban a escribir algo como ‘fulanito te amo’”, señaló, recordando los tiempos en que uno dejaba mensajitos con corazones en los pupitres de la escuela.

Hasta apodo tiene

Vecinos ya le llaman el muro de los lamentos.

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Ahora, el muro verde de Fernando se volvió un rincón para desahogarse y desestresarse. Incluso varios vecinos lo bautizaron como “el muro de los lamentos”, y todo indica que los mensajes seguirán llegando, según señaló el dueño de casa. “Reclamos de paternidad vamos a tener mucho acá en el barrio”, refirió a modo de broma.