Estaba oscuro. Eran cerca de las 20:15 del lunes cuando los alumnos del colegio Arquitecto Tomás Romero Pereira, de San Antonio, salían del turno tarde- noche. Entre ellos iba un joven de 17 años, quien fue brutalmente agredido por otro alumno del mismo colegio, también de 17, del turno mañana.
Según contó su papá a EXTRA, todo empezó por un lío de faldas. “La novia del muchacho le contó a su pareja que había macaneado con mi hijo cuando estaban separados”, explicó.
Desde ahí comenzaron las amenazas una semana antes, y el lunes pasado el chico “cumplió” su advertencia.
El ataque ocurrió al costado de la parroquia San Antonio de Padua, a pasos de la municipalidad. “Estaban escondidos al costado de la pared de la iglesia”, relató el papá.
Dijo que el agresor se había preparado especialmente para el golpe. Se rapó toda la cabeza, se puso ropa negra y una capucha para que no lo reconozcan.
El joven iba acompañado por una compañera y un compañero cuando, de atrás, el otro salió y le pegó directo entre la mandíbula y la cabeza. “Mi hijo cayó al piso y siguió pegándole varias veces. Los otros chicos quisieron defenderlo, pero también casi recibieron golpes”, contó el padre.
Según su versión, no estaba solo. Había otros que lo ayudaron. Uno lo atajó para que el otro le siga pegando en el piso. El padre indicó que su hijo quedó semiinconsciente y, al recuperar el sentido, no recordaba claramente lo sucedido.
Otros no se animaron a intervenir
El papá contó que muchos alumnos vieron lo ocurrido pero no intervinieron por miedo. “Había cámaras por ahí, pero nadie quiso actuar”, dijo.
“Gracias a Dios no había armas, si no hoy estaría contando otra historia”.
Mencionó además que la novia del agresor dejó mensajes y confesiones en Instagram, lo que, según dijo, dejó en claro cómo se dio todo. El caso llegó al Ministerio Público, y ayer el adolescente declaró ante la fiscalía. “Esperamos que esto no quede impune. Pudo ser mucho peor”, expresó.
Lesión y traumatismo de craneo
Cuando llegó a su casa, el chico estaba raro. No saludó ni a su mamá ni a su hermana, algo que enseguida alarmó a todos. Al revisar el celular y ver los mensajes de los compañeros, entendió lo que había pasado. “‘Papá, parece que me pegaron’, me dijo”, recordó el padre.
Lo llevaron enseguida a la comisaría para hacer la denuncia, acompañado por un compañero. Desde ahí lo derivaron al hospital donde le hicieron tomografía y otros análisis neurológicos. El diagnóstico: lesión intracraneana y traumatismo de cráneo leve.
“Un poco más y le reventaban la cabeza. Por una macanada casi le mataron a mi hijo”, lamentó el hombre, todavía indignado. Contó que en los días siguientes su hijo dormía mucho, estaba confundido y no sabía ni qué día era. “Se levantaba y volvía a dormirse”, explicó. Recién este jueves empezó a mejorar, más despierto y recordando con claridad.