La abuela Teodora Irigoitia, de 76 años, reside desde que nació en una humilde casita ubicada en Santa Rosa Misiones, pero en un amplio terreno fiscal, del Indert.
La señora vive en la extrema pobreza. La casita donde reside está cayéndose a pedazos, cocina a leña en la intemperie y su baño es entre los bananales.
Blanca Matilde Jacquet Irigoitia, hija de la mujer, manifestó al diario EXTRA que su mamá sufrió una serie de injusticias.
“Ella trabajó mucho tiempo, hacía de todo para levantar de a poco otra casita de material en su mismo terreno, pero uno de sus hijos hizo trámite con la complicidad de funcionarios corruptos para sacarle su nueva casita y vendieron. Ahora hay personas extrañas ocupando su casa, en su terreno y ella viviendo ahí donde se cae a pedazos”, expresó.
La hija, quien también es de escasos recursos, explicó que su mamá tiene los documentos del Indert que le avalan como ocupante del terreno. Con ese papel se debía gestionar el título definitivo de propiedad, pero no han podido avanzar con el trámite.
Blanca manifestó que su hermano llegó de la Argentina junto a su familia y vivió por un tiempo en la casita nueva de ña Teodora, durante ese tiempo, negoció a escondidas la venta de la propiedad por la suma irrisoria de G. 5.000.000 y se marchó con todo el dinero.
“Lo hizo sin la autorización de mi madre y encima no le dejó ni un guaraní. Por lo menos se merece una compensación por la inversión que hizo para construir eso que tanto le costó”, apuntó.
La hija realizó varias denuncias, pero nadie mueve un dedo a favor de la abuela.
Vecinos parcelan el terreno
Ña Teodora vive de su propia huerta, pero últimamente ni puede alimentarse bien porque supuestamente los vecinos sueltan a sus animales para que aprovechen las frutas y verduras de la doña.
Por si fuera poco, otros vecinos parcelan el terreno sin permiso y la abuela se está quedando sin nada. “Los vecinos ya se dividieron todo, están esperando que se muera prácticamente”, dijo.
La denunciante acotó que ella también es de escasos recursos y se encuentra “atada de manos” porque las instituciones no la acompañan. Su mamá se niega a dejar el lugar donde nació y ella no tiene las condiciones económicas para construir una nueva casa. Además, no hay garantías de que extraños no se apropien nuevamente de su esfuerzo.
Blanca Matilde Jacquet Irigoitia ruega a las autoridades nacionales y municipales que la atiendan en su reclamo y ayuden a su madre a vivir dignamente los últimos años de su vida.