Hace exactamente 22 días el juez Julián López salvó al diputado José María Ibáñez del juicio oral por el sonado caso de los caseros de oro. El legislador, cinco años atrás, no había tenido mejor idea que pagar de la plata del pueblo a los empleados de la quinta que tiene en Areguá, haciéndolos pasar por funcionarios del Congreso. Luego de varias chicanas, el magistrado dispuso que Ibáñez done un generador eléctrico, valuado en G. 117 millones, al leprocomio Santa Isabel, para así zafar de una pena que pudo incluso llegar a 8 años de cárcel. Ayer, una vez más, el destino fue generoso con el congresista colorado. Con 42 diputados que prefirieron no votar y otros seis que defendieron a capa y espada a su colega, mantuvieron intacta la investidura del acusado, mandando al archivo la pérdida de su investidura. Los 27 congresistas indignados que pidieron la cabeza de Ibáñez no tuvieron el respaldo suficiente, incluso algunos pidieron disculpas antes de dar a conocer sus votos.
ReposoDurante el uso de la palabra en la sesión extraordinaria, Ibáñez en su intento de justificar el “error”, incluso perdonó a los que los juzgaron y señaló que no siente rencor hacia ellos. “Recibí la llamada de mi padre que me dijo que no renuncie, que no me rinda. Ahí renové mis fuerzas”, declaró. Pero no contento con el regalo de la investidura, el parlamentario decidió solicitar “moción de privilegio” para ausentarse de la Cámara de Diputados por 30 días. El pleno, una vez más, le concedió el deseo. Al conocerse la noticia de lo ocurrido en la sesión extraordinaria, la indignación de la gente no se hizo esperar. Tanto en las redes sociales como en las afueras del Congreso Nacional se hacían sentir con gritos desesperados de “¡bandido, corrupto, ladrón!”.
