“Hoy va a venir a comer el padre Bergoglio. Hay que cocinar algo rico”, solía decirle pa’i Pepe Di Paola a la paraguaya Melchora Lezcano, cocinera de la parroquia Virgen de Caacupé de Buenos Aires, Argentina.
La compatriota, oriunda de San Pedro, viajó con sus padres al país vecino en 1974, en busca de mejores condiciones de vida. Allá formó una familia y se instaló en la Villa 21 del humilde barrio Barracas, donde tuvo la dicha de conocer al entonces sacerdote Jorge Bergoglio, actual papa Francisco, cuando era arzobispo de Buenos Aires. El obispo frecuentaba la llamada “villa de los paraguayos” y peregrinaba con la gente. “En la Iglesia del barrio yo era la cocinera. Bergoglio venía a comer con el padre Pepe. Yo le cocinaba empanada, milanesa y ensalada. Él comía de todo, pero sus favoritos eran la sopa paraguaya y el mbejú”, comenta Melchora con cierto aire de añoranza.
Fiestas paraguayas
Cada 8 de diciembre, el entonces sacerdote asistía a la parroquia para la procesión de la imagen de la Virgen y luego compartía los tradicionales platos paraguayos, junto con los habitantes de la villa. Además, todos los años los vecinos celebraban la fiesta de San Juan, en donde Bergoglio se deleitaba con el mbejú, el pastel mandi’o, entre otras delicias paraguayas.
Al terminar de comer, siempre agradecía a las mujeres que cocinaban. “Entraba a la cocina y decía ‘¡muy rico!, les voy a dar la bendición porque estuvo muy rica la comida. Ustedes trabajan muy bien’, y nos daba un abrazo”, relató Melchora.
Otra gracia que llegó a la paraguaya en esos días, fue el hecho de ver a una de sus hijas recibir el sacramento de la confirmación en una misa celebrada por Bergoglio. En medio de su sencillez, comentó que a él nunca le gustó que le llamaran ‘monseñor’, sino que prefería que le dijeran ‘padre Jorge’. “Yo le decía ‘monseñor’ y me respondía ‘monseñor, no; solo padre Jorge’. Era muy sencillo”, añadió la compatriota.
Desde el 13 de marzo, día en que Bergoglio fue elegido Papa, la Villa 21 se llenó de esperanzas y sus habitantes sintieron orgullo de aquel hombre que les enseñó a amar aún más a Cristo.