Grande era la angustia de Romina (nombre ficticio) cuando su mamá quedó internada en el hospital.
Estaba preocupada por la madre, sí, pero también sentía un profundo temor de quedar a solas con su padrastro Eugenio O.F. (48).
Una madrugada del 2017, en la vivienda familiar ubicada en Ciudad del Este, el padrastro abusó sexualmente de Romina. Tenía tan solo 12 añitos.
Manipulaba a la nena para que mantenga “el secreto”. La mamá quedó 10 días en el hospital por su estado de salud, nada tenía que quebrantarla.
Sin embargo, pasó el tiempo, la madre descubrió todo. Vio a Eugenio manoseando a su hija. Pero se quedó callada.
La adolescente pidió ayuda a su mamá, le confesó que en su ausencia fue abusada varias veces.
La señora no presentó denuncia, le prefirió al hombre y ni se separó. Su solución: enviarla a vivir con la abuela.
Pero lastimosamente esa no fue la solución, porque Eugenio iba hasta la casa de su suegra para abusar de la inocente.
Era celoso
Romi pasó dos años de tormento, hasta que un extraño comportamiento de su padrastro alertó a los directivos de su colegio.
En la tarde del 3 de mayo, el abusador siguió a su hijastra, que actualmente tiene 14 años, hasta el colegio y cuando la vio con un compañerito, le pegó al alumno, aparentemente por celos.
La directora preguntó a Romina qué estaba sucediendo. La adolescente se quebró y contó su martirio. La responsable de la institución dio aviso a las autoridades.
La fiscala Carolina Rosa Gadea imputó al padrastro por abuso sexual en niños y está prófugo. Ayer se decretó su rebeldía. La mamá de la menor fue imputada por violación del deber del cuidado.