Es común escuchar que los jugadores son profesionales y deben cuidar su herramienta de trabajo; el cuerpo. La vida privada de uno no interesa, lo que importa es que rinda en la cancha, alegan otros. Esta última premisa quizás sea la más acertada, porque quién va a cuestionar a un futbolista que la rompe dentro del campo.
La situación de Fidencio Oviedo y Jonathan Santana, jugadores que prefirieron amanecer en una discoteca en lugar de descansar, volvió a remover el avispero. Y no es algo nuevo en el fútbol, solo que tiene mayor impacto cuando se trata de un club de mucho arrastre y peor aún, que está viviendo una crisis deportiva.
Además, el problema está cuando las malas decisiones van enterrando cada vez más la carrera de un deportista. Es el caso de Fidencio, quien de ser ídolo de la afición azulgrana terminó saliendo por la puerta de atrás. Oviedo se cansó de desperdiciar “segundas oportunidades” en el Ciclón, donde varias veces llegó a entrenar en condiciones indebidas y sus indisciplinas sacaron a más de un DT.
Los 3 lados del caso
En el cuadro se destaca a Isidro Sandoval, Néstor Ayala y Richard Báez, como los 3 casos más sonados de futbolistas que representan las diferentes aristas de esta peligrosa relación entre el fútbol y la falta de cuidado. Isidro brilló, pero se apagó, Néstor fracasó rotundamente y Richard conquistó la Copa Libertadores.