Con la promesa de que la ayudarían a seguir estudiando, Esther (nombre ficticio), muy ilusionada, le dijo a su mamá que una maestra quería que fuera a vivir a su casa.
La pequeña de 11 años debía cumplir con algunos quehaceres a cambio de comida y techo. La mamá aceptó, creyendo que sería la solución perfecta para que su pequeña continuara en la escuela; ella decía que la pobreza no le permitía cubrir los gastos.
Esther fue acostumbrándose a vivir con su nueva familia, hasta creyó que el acercamiento de la pareja de su patrona hacia ella era una demostración de afecto, no dimensionó que solo era una excusa para que un día le arrebataran la inocencia.
“Me contó que solo una vez entró en su pieza”, dijo la mamá de la pequeña, que con un nudo en la garganta denunció que la niña de sus ojos había sido abusada.
Producto de ese abuso, la menor hoy está en su quinto mes de embarazo. La denuncia fue realizada recién en enero, cuando la madre se dio cuenta de lo ocurrido.
“Fui a reclamarle a la profesora y ella me dijo que su marido iba a ser incapaz de hacer algo así y me acusó de que yo solo quiero sacarle plata”, lamentó.
El hombre, de nacionalidad argentina, ni bien se destapó el caso, huyó.
No abortará
“Yo no voy a dejar que mi hija aborte; a pesar de mi pobreza, no permitiré que me quiten a esa criatura”, aseguró la mamá al ser consultada sobre el futuro del bebé.
La fiscala del caso, Irma Arias, dijo que ya declararon la rebeldía del supuesto autor. “Se pedirá su captura internacional. El mismo habría ingresado a Argentina, no por medios legales”, remarcó.
La mamá de la víctima dijo que su hija no volvió a la escuela y criticó además el actuar de Arias, ya que a dos meses de la denuncia poco o nada avanzó la investigación. El terrible hecho ocurrió en una zona alejada del distrito de Guayaibi, San Pedro.