Dejar los ladrillos y aprender a trabajar con hilo no fue fácil para don Ceferino Acosta, artesano de 68 años; pero, por su hijo, asumió el riesgo. El hombre trabajaba como albañil, pero desde hace 7 años se dedica a elaborar y vender pulseritas en Caacupé para ganarse la vida.
El oficio lo aprendió mirando. La creatividad y la paciencia son suficientes para él. Como la fiesta de la Virgen Serrana está a la vuelta de la esquina, ya preparó una enorme variedad de productos. Desde G. 3.000 se puede conseguir una linda pulserita con letras. Contó que a veces no le va muy bien en las ventas, pero valora lo que consigue.
“Muchas veces avende’i (vendo poco), pero ya da para cualquier cosita”, contó el don. Todo lo hace por su hijo que lo acompaña y de quien no se quiere despegar.
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