En la capital del Guairá solo hay 10 máquinas disponibles.
Son las 03:30 de la mañana y Doña Edelmira Segovia (58) ya no puede dormir: sus manos y pies están hinchados. Sus riñones dejaron de funcionar hace un tiempo por culpa de la diabetes.
Hace 4 meses se le diagnosticó insuficiencia renal. A partir de entonces, su vida comenzó a depender de una máquina. Y el calvario para acceder al servicio de hemodiálisis es la cruz con la que debe cargar día de por medio.
La mujer, que es oriunda de Villarrica, buscó por todos los medios acceder al servicio. Sin embargo, sus hijos tuvieron que llevarla hasta Coronel Oviedo porque en el hospital guaireño solo hay 10 máquinas: cinco en la unidad de terapia y cinco en la sala para diálisis. Esta cantidad hace imposible que cualquier persona consiga turno.
En la capital del departamento de Caaguazú tampoco hubo caso, eso la obligó a viajar hasta el Hospital Nacional de Itauguá. “Ahí solo entramos por urgencias, me dicen que ya no hay turno y que me van a avisar cuando haya. Para colmo, la espera se hace interminable. Hay veces que estamos desde las 5 de la mañana hasta las 5 de la tarde”, contó Nélida Santacruz, hija de Edelmira. La mujer, con lágrimas en los ojos, dijo que en este país los pobres tienen “prohibido enfermarse”.
Respuesta
Ricardo Oviedo, director del Hospital de Villarrica, al ser consultado sobre la cantidad de máquinas para hemodiálisis que dispone el nosocomio, solo atinó a responder: “Es increíble cómo nuestra gente no acude oportunamente a tratarse en forma gratuita. Hay muchos casos en que van a médicos yuyos y, cuando ya tienen afectación renal recién acuden a nuestros hospitales”.