“Me acosté debajo del panteón, metí mi mano y se quedó atorada entre los ojos, creí que me mordió, me asusté”, cuenta en medio de una carcajada el sepulturero de un cementerio, quien prefirió no exponerse.
Pero aquel susto tuvo un precio, G. 700.000 por el cráneo de un difunto.
Sin pelos en la lengua, contó cómo funciona el negocio de la venta de huesos en los camposantos del área metropolitana de Asunción.
Señaló que la temporada alta se da con el inicio de los cursillos de ingreso de la universidad. Estudiantes de Medicina y Odontología son los clientes más fieles, indicó.
“Se acercan y preguntan, todo tiene que ser sin celular. Cuando vienen así en camionetas o son muy chetos no negociamos, pero si es así medio del pueblo, a esos sí les hacemos el favor”, detalló. Como manejan el territorio del cementerio, al pasar ya visualizan al potencial “producto”. “Sabemos cuáles son los panteones más viejitos y abandonados”, relató.
Lo que más se pide
Las partes que más se llevan, según nuestra fuente, son el cráneo, las piernas y la columna vertebral.
El trabajador contó que el precio es relativo. Si piden completo, es decir, cráneo, pierna y hasta dientes, ya tiene un costo más elevado (ver cuadro de precios).
Pero no solo se hace negocio con los futuros médicos, los macumberos también recurren a él. “Algunos nos piden entrar para preparar sus rituales, le cobramos G. 100.000 o G. 150.000 y ya sabemos en qué lugar hacerles pasar”, añadió. Él dice ser consciente de la ilegalidad del negocio, pero se excusa diciendo que roba los huesos de aquellos que ya fueron abandonados.
“Ojalá Dios me perdone”, terminó diciendo.