Marina Salinas de Huber y Rolf Huber contrajeron matrimonio civil, luego de haberse divorciado de sus respectivas parejas. Ellos forman parte del Movimiento Apostólico de Schoenstat. “Me encantaría volver a casarme por la Iglesia”, indicó Marina, quien relató que siempre fueron muy creyentes y que, cuando decidieron volver a casarse, fue muy difícil integrarse de nuevo a la Iglesia.
“Al principio me costó mucho participar en la misa con mi esposo, pero nosotros, como adultos, debemos aceptar nuestros errores y seguir, aunque tengamos un precio que pagar: el de no comulgar”, lamentó la mujer. Añadió que “todos estamos expuestos a cometer errores. La gente quizá cometa otros mayores, más crueles, pero que no son visibles. Lo de nosotros está muy expuesto a la sociedad”.
La pareja participa de las reuniones de la pastoral “La Esperanza”, donde brindan servicio a los separados en nueva unión y, desde el 2006, nuevamente formaron parte de la Iglesia en forma activa.
No pueden comulgar
“Remplazamos la comunión por la comunión espiritual. Ya San Juan Pablo II decía que los separados en nueva unión deben perseverar en tres pilares: oración, apostolado y caridad. En eso trabajamos en la pastoral”, explicó Marina.
Por otro lado, se refirió a los divorciados en nueva unión que quedan muy heridos. Dijo que estos se sienten excluidos y señalados por la Iglesia y los fieles. “Tenemos muchos casos de personas que se sienten inocentes de su propio proceso, pero la Iglesia es clara, si una persona no puede sostener la relación por distintas situaciones y no contrae matrimonio de nuevo, no está en pecado”, sostuvo.
De acuerdo a su criterio, los padres deben pensar en conducir la nueva familia que eligen, bajo los valores cristianos y, sobre todo, educar a los hijos para que estos no comentan los mismos errores. El papa Francisco, el miércoles pasado, indicó que las personas divorciadas vueltas a casar no están excomulgadas y que forman parte de la Iglesia.