“Nunca antes me había pegado de esa manera, no pensé que llegaría a eso. Cuando me desfiguró la cara, me tuvo prácticamente secuestrada en el departamento porque me quitó el celular y no me dejaba salir. Esperé que entre al baño, busqué mi teléfono y envié a mi hermana un mensaje que decía ‘Auxilio’”, contó Liz Rocío Velázquez, de Ciudad del Este, quien días atrás pidió vivir en la Comisaría de Mujeres por temor a ser asesinada por su expareja Fabio Junior Arrúa Duarte (24).
Vida de terror
Liz vivió momentos de terror. Luego de pedir socorro por WhatsApp, escuchó la voz de su hermano en la puerta de su vivienda. Allí pensó que todo lo peor por fin acabaría. “Mi ex no le atendía, entonces yo corrí hacia la puerta, desllaveé y miré a mi hermano con mi cara toda hinchada y llena de moretones. Me sacó de ahí, fuimos a casa de mamá y luego a la comisaría”, recordó la víctima.
A pesar de haber sido golpeada brutalmente, su agresor fue beneficiado con un arresto domiciliario por la jueza Nilda Estela Cáceres. La tortura entonces comenzó de nuevo.
“Dos días después de salir del departamento fui a juntar todas mis cosas porque él se había dado a la fuga. Pero pocos días después ya estaba rondando mi casa como si nada, entonces la policía lo agarró. Lastimosamente a la jueza no le importó todo lo que me hizo y le dio su libertad. Desde ese momento, mi mamá y yo éramos las que corriamos peligro”, relató.
Arrúa volvió a ser recluido en la cárcel regional luego que la joven divulgara los pormenores de las amenazas y ataques.