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Actualidad

Madre e hija, compañeras en la universidad pública

Son trabajadoras domésticas e ingresaron a la carrera de Trabajo Social, en Itapúa.

Librada Maciel, de Encarnación, tenía el sueño de la universidad hace años.

La carrera de Trabajo Social le interesó desde que empezó a activar en el Sindicato de Trabajadoras Domésticas de Itapúa (SINTRADI), allá por el 2011.

Hoy, a sus 46 años, logró ingresar a la Universidad Nacional de Itapúa. Y, para mayor felicidad, lo hizo junto con su hija Ramona Barrios, de 29 años, peluquera y también trabajadora doméstica.

“Yo empecé con mucha ilusión, mi hija me animaba mucho”, contó Librada a EXTRA. Fueron meses de estudio y sacrificio. Hace una semana rindieron el último examen y el jueves pasado supieron que fueron admitidas.

Perseverancia

No fue un camino fácil. Ambas tuvieron que postergar por años sus estudios. El laburo, los hijos y las diversas responsabilidades ocupaban casi todo su tiempo.

En el caso de Librada, había dejado la escuela a los 13 años. Tres décadas después retomó la secundaria y fue fundamental el apoyo de su marido Atanasio Barrios.

“Yo terminé el colegio en el 2015, pero tardé casi cinco años (en empezar la facultad) porque tuve que viajar a Argentina y ahí trabajé dos años”, contó.

Durante el cursillo, todo iba bien hasta que llegó la pandemia. “Antes de eso me iba sin falta todos los días, las clases empezaban a las 18:00, pero nosotras ya estábamos a las 17:15 para agarrar asiento”, mencionó.

Con las clases virtuales todo se complicó un poco, porque Ramona también es mamá de niños que van a la escuela y debía ayudarles con las tareas.

Un accidente de moto casi hizo tirar la toalla a Librada, pero su hija mayor llevó a la gente de la universidad hasta su casa, para que no dude que iba a tener el apoyo de todos.

“Es un orgullo ser compañera de mi mamá, siempre estuvimos juntas en la lucha por los derechos”, dice Ramona.

Ambas estuvieron durante años peleando por la ley de Trabajo Doméstico y el aumento del salario al 100% del mínimo legal vigente.

Ramona anima a sus compañeras a seguir formándose, sin importar la edad. “Me di cuenta de que las trabajadoras domésticas también podemos estudiar, tenemos un futuro por delante”, añadió.

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