“De día un barrio tranquilo; de noche, quedate nomás en tu casa”. Así describe a Villa San Carlos, de Luque, un lugareño mientras señala a lo lejos una bajada, “Péa zona rojaite hína”, advierte. La zona de los asentamientos se ha convertido en territorio peligroso para taxistas de la ciudad auriazul.
“Acá estoy hace 1 año y no hay zonas impenetrables, la policía igual entra, pero sí hay lugares donde no tenés que entrar, si no querés problemas, como las zonas de San Miguel, Mora Cue, Tarumandy, todos son lugares jodidos”, coincide Luis Orué, un taxista que sabe muy bien la tarea de ingresar a las villas.
Le tocó la “suerte” de entrar a una de ellas, Nueva Asunción. “Le llevé a una chica a las 10 de la noche por ahí, yo no sabía que era una villa. Entramos en un camino de tierra y llegamos al fondo de la villa. La chica luego me dijo: ‘Acá es jodido hína, cuidáteque’. Le cobré y salí de allí a toda bala”, recordó.
Como él, muchos también entraron, pero la visita no fue gratuita. “Yo tuve suerte porque es un camino derechito, muchos tienen que desviar y a veces encuentran troncos o piedras en su camino. Vos tenés que decidir entre atropellar eso o bajarte para que te dejen sin nada, encima ahí es oscurísimo, nadie te ayudará jamás”, aseguró.
Tras unos 15 años de labor en las calles luqueñas y alrededores, Orué ya “clasificó” a sus clientes. “Depende también de la cara del cliente, algunos se acercan a vos y te dicen ‘vamos a tal parte’, le tirás el precio y no tienen problemas. Por más cerca que sea, ya sospechás y no te vas nomás. Cuando vienen en patota, yo no les subo”, manifestó el trabajador.