Mientras algunos intentaban rezar, otros se codeaban por una foto.
La Catedral de San Lorenzo, en el día de su santo patrono, estuvo “iluminada” con “flashes” de celulares.
Mientras algunos devotos intentaban rezar en los bancos, la gran mayoría, con los brazos arriba, se codeaba por tomar fotos del altar. Otros, formaban filas para tener una selfie con el santo mártir.
“¡Permiso, señorita! nosotros queremos orar”, reclamó una mamá con bebé en brazos, a una joven que le cerraba el camino, creyendo que le quitaría el turno para tomarse la instantánea.
Entre murmullos, otras señoras manifestaron que entrar a la casa del Señor para “posar” era una falta de respeto. Mientras, otros más tímidos, sacaban fotos desde sus bancos.
Doña Fermina Arévalo (74) creció y se malcrió en Reducto. Va a misa una vez a la semana y a las fiestas patronales cada año, pero nunca antes se había quitado una foto con su santo. “Es que este año mi santo está más churro que nunca. El altar rodeado de flores, está hermoso, por eso la gente quiere llevarse un recuerdo”, justificó la sanlorenzana.
Mónica Pérez, de la Pastoral, cree que las selfies son la forma en que los jóvenes expresan su acercamiento a Dios. “Pero entrar a la iglesia solo para la foto demuestra una falta de compromiso”, admitió.