Parecía que iba a ser un viaje más, como seguramente fueron otros, pero esta vez el resultado fue distinto. La mañana del domingo era espléndida y Esteban Amarilla (20) hizo lo que no debía. Tomó su motocicleta, alzó a su hijo de 2 años sobre el tanque del biciclo y a su pareja de 17 años, que cargaba al bebé de tan solo 8 meses.
Salieron a la Ruta II y, cuando llegaron a la altura del kilómetro 31, ocurrió lo que nadie presagiaba. “Yo iba viajando en colectivo cuando escuché un fuerte impacto. Los pasajeros comenzaron a gritar y corrí hacia el frente para ver lo que sucedió”, contó Jorge Saldívar, bombero de Itauguá.
Su espíritu de rescatista le hizo reaccionar y de inmediato bajó del micro. “Dos criaturas estaban tiradas en el asfalto, les auxilié, llamé a los bomberos, a la Policía y pedí una ambulancia”, relató. Un auto, al mando de Antonio Cáceres (48), aparentemente rozó la moto en que viajaba la familia.
“Cuando hay criaturas, es todo mucho más delicado, nos hace despertar ese sexto sentido para trabajar de otra forma”, dijo Ricardo Ocampos, el bombero que llegó para auxiliar. Los papás fueron derivados al hospital de Itauguá, donde quedaron en observación. Los pequeños quedaron con unos vecinos. Estaban bien, sin rasguños y a salvo.
“Es un milagro que los niños estén a salvo, recibimos la buena noticia de pediatría y, cuando volvíamos a la compañía, reímos y festejamos felices y llorando”, contó Javier Ruiz, otro bombero que asistió a los accidentados.