“Cuando le vi no le reconocí y después de que se acercó me asusté tanto que no sabía si llorar o qué”, relató Graciela.
De esta manera, la mujer describió el momento en que su sobrino adoptivo de 15 años escapó del infierno que estaba viviendo.
Según el relato del familiar, el menor aprovechó el Viernes Santo, cuando sus papás fueron al cementerio, para salir de la precaria casita de madera donde lo tenían encerrado sin agua ni comida.
“Llegó a casa y le dimos de comer y le bañamos porque ya tenía olor, no nos supo decir desde hace cuánto estaba así”, contó la allegada.
El adolescente, que quedó en un estado de desnutrición, le hizo un pedido desesperado a Graciela. “’Che guerahamína la Codénipe, tía’, me dijo (tía, llevame por favor a la Codeni)”, relató la mujer.
Castigo
El muchacho había sido adoptado por una pareja cuando tenía dos años de edad y, de acuerdo a la versión dada a conocer por María, una vecina de la zona, los maltratos físicos y psicológicos siempre fueron una constante.
María decidió hacer la denuncia en la Subcomisaría 10 Capitán Giménez de Horqueta, Concepción. “A él le sacaron de la escuela una semana después de que comenzaron las clases, dijeron que supuestamente le castigaron porque había robado dinero a la mamá para su recreo. Ellos nunca luego le daban”, agregó la vecina.
El muchachito tuvo que volver a la casa de sus papás por el miedo que tiene. “Está traumado y si bien no vi rastros de golpes sé que sus papás todo el tiempo le amenazan”, refirió Graciela.
Desde la subcomisaría informaron que ayer llegaron hasta la casa de los papás del adolescente y pidieron llevarlo al hospital de la zona para el diagnóstico médico correspondiente.
Los resultados de los análisis hasta el momento no se dieron a conocer.
El caso quedó en manos de la fiscala Liz Nadine Portillo.
A pesar de la insistencia, la agente del Ministerio Público no atendió nuestra llamada ayer.