Ñembyense pidió a los jóvenes no bajar los brazos.
Hugo Casanova cayó en las terribles redes de la adicción. Gran parte de su niñez y adolescencia la desperdició detrás del “maldito crack”, pero hoy la vida le dio otra oportunidad. Quiso contar parte de su dolorosa historia para tratar de evitar que haya más personas con intención de quitarse la vida, como el caso del joven horqueteño que días atrás tomó esta drástica decisión, al sentir que el camino de las drogas ya no tenía retorno.
“Vengo de una familia pobre, somos cinco hermanos y mi mamá nos crió sola, vivíamos en una casa ajena como encargados. Un día vino mamá con un señor que se convirtió en su pareja y como ellos querían hacer sus cosas nos daban permiso para ir a recorrer las plazas”, relató Hugo.
Así conoció a un grupo de jóvenes adictos a quienes convirtió en sus amigos. Cuando tenía 9 años comenzó a fumar marihuana. Poco después ya había probado de todo: desde crack hasta tranquilizantes. A los 14 fue a la cárcel por robo, poco tiempo después salió. A los 15 mató a una persona y fue condenado a 10 años de prisión. Hugo pasó gran parte de su juventud tras las rejas, cuando cumplió 25 salió en libertad, pero su adicción era cada día más fuerte.
Lucha
Una vez afuera, le diagnosticaron tuberculosis. La enfermedad mezclada con la adicción lo llevaron al borde de la muerte. “En ese ínterin murió mi mamá de cáncer, ahí sentí un vacío mayor del que ya tenía, no me importó nada. El crak y todo lo que me metía hicieron que solo deseara morir”, contó entre lágrimas.
Llegó a pesar 42 kilos, pasó 22 días en coma y un día, como un acto de milagro, despertó. Hoy Hugo ya lleva más de un año sin beber ni consumir ningún tipo de droga, asegura que Dios le dio una segunda oportunidad. El hombre trabaja en serigrafía, herrería y pintura, oficios que aprendió en la calle.