El Día de San Blas fue celebrado ayer en varias ciudades de Cordillera, pero el festejo más especial se lleva a cabo tradicionalmente en Piribebuy, con el San Blas de la familia Acosta López. Sin embargo, esta vez y por segundo año consecutivo, la peregrinación junto a la pequeña imagen no se realizó hasta la parroquia de la ciudad como era costumbre en la víspera del 3 de febrero. Esto se debe a una disputa entre la diócesis de Caacupé y la familia Acosta por el santo y por el pequeño oratorio que la familia tiene en un terreno privado.
“Durante años hemos pedido a esa familia poner el oratorio a disposición de la parroquia. Ellos lo abren solo una vez al año mientras que la iglesia les ha ofrecido atención pastoral completa para hacer funcionar todos los domingos, con misas y bautismos, pero no quieren ceder”, indicó el obispo de Caacupé, monseñor Claudio Giménez.
Agregó que en la parroquia de la ciudad hay una imagen de San Blas donde también se realizó la celebración pero que los pobladores prefieren al santo del pequeño oratorio privado por tradición. En la víspera del santo, la imagen fue llevada en andas, acompañado de devotos y una caballería, por las principales calles del barrio San Blas de Piribebuy.
Mientras que ayer, a pesar de la lluvia, cientos de fieles colmaron el oratorio, otros permanecieron en el patio con paraguas para escuchar la misa del padre Gabino Fretes.