Entre risas y gritos, los chicos del barrio San Isidro de Encarnación disfrutaban de los últimos minutos del 2016 haciendo estallar una incontable cantidad de estruendosos fuegos artificiales en la calle. Desde su casa, un niño de 7 años imitaba a los demás arrojando al piso un puñado de inofensivos ajitos.
Repentinamente, la alegría se transformó en preocupación cuando el pequeño se llevó a la boca un fosforito que encontró en el suelo, creyendo que se trataba de un caramelo.
El mal sabor hizo que escupiera la bombita inmediatamente; pero, para su desgracia, una insignificante dosis de pólvora fue suficiente para dañar su salud.
“Creímos la comida cayó mal; tenía la panza hinchada y le dolía demasiado. Todo lo que lo dábamos de comer vomitaba enseguida”, recordó con llanto Liliana Rojas, mamá de la criatura.
Esperando conseguir ayuda, Liliana acudió al Hospital Regional de Encarnación con su hijo; pero en el sitio no había
especialistas por el feriado y una sola doctora atendía a todos los pacientes.
POSIBLE CIRUGÍA
“Ayer (jueves) recién pudimos saber a qué se debía su dolor de panza porque en el hospital pediátrico le hicieron
pruebas de laboratorio”, expresó.
El doctor Héctor Wagner, director del hospital pediátrico, explicó que el niño sufrió una intoxicación y su grave estado de salud se debe a que el hígado fue el órgano más afectado.
En caso de que la situación empeore, necesitaría un trasplante hepático. Actualmente, el chico se encuentra internado en el Hospital de Clínicas de San Lorenzo.