Al grito de "¡Qué viva la Virgencita de Caacupé!”, miles de fieles agitaron sus pañuelos blancos para recibir el día Madre de todos los paraguayos.
A la medianoche, los fuegos artificiales, brillaban en el cielo y doña Luisa Giménez (53), elevando en sus manos una vela encendida, rezaba por la salud y el progreso de sus hijos, que la esperaban en Coronel Oviedo.
La celabración de la palabra se realizó ante la atención exhausta de los feligreses, que, en su mayoría, la escuchaba mientras descansaba en el suelo.